lunes 16 diciembre 2013
Las impresiones son materia volátil que se desvanece con facilidad en la memoria así que procuraré prenderlas mediante palabras antes de que eso ocurra. Llegamos pronto, encontramos a nuestra profesora de Arte del curso pasado, tomamos un café y ya estamos dispuestas a la hora exacta en el lugar indicado la puerta del museo. Nos desembarazamos de abrigos y bufandas. Ya libres, entramos a disfrutar de la visita. Rodeamos a la guía y escuchamos sus explicaciones: muchas historias sobre su vida. Me interesa mas su pintura, su evolución, que seguimos sala tras sala. ¿Cómo consigue la luz de sus cuadros? ¿Cómo son sus pinceladas? ¿Cronista de la naturaleza? ¿Qué bruma? ¿Qué campos? ¿? La proximidad de los cuadros entre si y el reconocer los lugares pintados me impiden apreciar las sensaciones que despiertan en mi cada uno de ellos. ¡Cuánto mejor que los cuadros estuvieran aislados y los lugares fueran desconocidos! Y así, apreciar cada pintura en su totalidad. …Pero sí, hay un cuadro que cumple mis deseos, está ahí solitario en una pared….me acerco y lo contemplo con calma, nada me distrae. Mucha naturaleza, matices de verdes repartidos por ella, poco cielo como sin importancia, agua con reflejos maravillosos que irradia una luz que parece iluminar el paisaje. Sí, te puedes detener en el cuadro y disfrutarlo, las sensaciones se agolpan. Después van pasando los cuadros ante mis ojos, todos similares, paisajes en tonos verdes, pinceladas breves de color y aguas con una luz especial que los ilumina, todo respetable, todo tranquilo, todo predecible. ……Pero esto no es del todo exacto, me fijo en uno de ellos y surge la sorpresa: Iglesia al fondo, calle desnuda, mujeres caminando con vestidos sencillos, de colores austeros, que el viento levanta (revuela) ¡¡ Que poético!! El pintor consigue detener en su lienzo esta ráfaga de viento en el vuelo de las faldas de las mujeres ¡admirable!, efecto precioso lo conseguido, una maravilla….. Acaba la visita, vamos a salir de la sala, echo una mirada al conjunto y se repite la sensación, sobresale el color verde que yo llamaré “verde Regoyos”, con este color impreso en mi retina salgo de la exposición. Todo correcto, certezas y pintura que cubre las expectativas, sin sobresaltos, disfrute y tranquilidad ¡Así es! Arte totalmente entendible, no exige esfuerzo, solo contemplar y sentir. Todo lo aporta el artista, el observador sale satisfecho y relajado, lo cual no es poco………Y hasta la próxima Pilar S. Alumna Taller de Literatura
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